Album: "Clouds Taste Metallic" (1995)
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Pongámonos en situación: los Flaming Lips, actualmente uno de los iconos del rock no-demasiado-comercial, famosos por excentricidades como tener un guitarra que se mete picos ante la cámara que les graba un documental o por la carrera como director de cine de su cantante con títulos como "Christmas On Mars" donde Papa Noel conoce a los marcianos. Su música es actualmente pop en cinemascope, es como una banda sonora de Disney tocada por un grupo de indie rock pasado de LSD, partes iguales de melodía, distorsión y, directamente, chaladura. Y tienen un directo que tiene que ser la caña, puro espectáculo con proyecciones, la banda disfrazada de peluche, cubos de sangre sobre el cantante, una de esas bolas hinchables gigantes en la que se mete el mismo cantante y la hace rodar sobre el público.
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Ah, y un tema suyo ha sonado en "Sensación de vivir". Punto extra guarri.
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Pues esta canción es de hace 12 añitos y ya entonces eran muy especiales. Es la primera del disco, una especie de intro que en sus 3 minutos y pico tiene tiempo de empezar templadita, con un piano acompañando a la voz que canta algo sobre terminar una estación (?) e irse, que tras un pequeño punteo explota con el grupo tocando a todo trapo una coda instrumental que ocupa media canción y que va creciendo hasta que se incorporan unas gloriosas campanas que le dan otro aire. En este mismo disco (y en otros anteriores y posteriores) hay temas que seguramente son mejores que éste, pero como principio de disco es insuperable, en 3 minutos tienes sobre la mesa las cartas con las que van a jugar el resto del album. Muy buena.
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(Por cierto, tocan este verano en el SummerCase... habrá que ir, ¿no?)
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